Otras directivas de la Unión Europea (UE) que se espera mejoren las condiciones medioambientales de Bélgica se refieren al tratamiento del agua y su calidad, dos aspectos muy importantes en un centro tan industrial. Antes de que aparecieran estas directivas, el Mosa, una significativa fuente de agua potable, se había contaminado por los residuos de la producción de acero. Otros ríos estaban contaminados con residuos animales y fertilizantes. En 1995, el ministro regional flamenco para el medio ambiente intentó restringir el difundido uso agrícola del estiércol. Su iniciativa fue bloqueada inicialmente por una fuerte oposición del sector agrícola, pero la legislación fue aprobada.
Algunas zonas del suelo costero de Bélgica fueron recuperadas al mar y desarrolladas entre los siglos XIII a XV. Estas tierras están particularmente amenazadas por las inundaciones, ya que sólo unos diques de cemento las separan del mar.
Sólo el 2,8% (2000) del suelo de Bélgica está protegido como parques y otras reservas naturales. Es un valor muy bajo al compararlo con el de los países vecinos como Francia (13,5%), Países Bajos (5,7%), y Alemania (26,9%).
Bélgica es miembro de acuerdos internacionales relativos a la contaminación del aire y del agua, biodiversidad, protección de la capa de ozono y control climático, especies en peligro de extinción, residuos peligrosos y humedales.
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