Diversas naciones y culturas
han ocupado el territorio que hoy ocupa el Reino de Bélgica, desde celtas y
romanos hasta franceses y neerlandeses. El origen de su nombre proviene de sus
primeros habitantes (los belgas) a quienes Julio César hace referencia en el
recuento de sus campañas en Galia. Tras el colapso del Imperio Romano los
francos tomaron posesión del territorio y al paso del tiempo la región terminó
siendo parte de los Países Bajos hasta su guerra de independencia (1830)
auspiciada por los franceses. Tras un breve arbitraje internacional para evitar
su anexión a Francia, el Reino Unido propuso que el nuevo país fuese encabezado
por una casa real de un tercer país, depositando el honor en el duque Leopoldo
de Saxe-Coburg, Alemania, quien se convertiría en el rey Leopoldo I de Bélgica.
En el siglo XX pese a declararse neutral fue invadida durante las dos guerras
mundiales, tras lo cual desistió de su política exterior pacifista y decidió
unirse a la OTAN.
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